
Otra vez en el carrito del frente de la montaña rusa. Esta vez por asuntos que no tienen nada que ver con el embarazo ni la maternidad, sino por situaciones delicadas en mi entorno familiar. Situaciones que requieren tiempo para resolverse, mucho amor y mucho apoyo. El tema de nuestro(a) bebito(a) se tendrá que posponer por un tiempo... el que sea necesario.
No puedo perder mi fe... ni siquiera ahorita que siento que ya no tengo fuerzas para continuar. Como me dijo una amiga, recordándome un poema muy lindo de Isaac Felipe Azofeifa: “nunca se pone más oscuro que cuando empieza a amanecer...”.
Desde que era chiquita no había vuelto a la misa del Padre Pipo. Estaba a reventar... como siempre. Es una misa muy linda y el Padre Pipo es un sacerdote muy querido y respetado por la comunidad. Hay gente que se desplaza desde muy lejos para asistir a la misa que él ofrece. El evangelio trataba del hijo pródigo que regresa a la casa de su padre, luego de haber malgastado su fortuna, y el padre lo recibe con los brazos abiertos. Así es el amor de Dios.