
Cuando yo tenía 14 años tuve mi primer novio. Fue una experiencia muy tierna, pero aterradora a la vez. Aterradora porque yo nunca le había dado un beso a un muchacho y la presión de no saber qué hacer o de hacerlo mal, me tenía muy asustada. Tan asustada que desde que comonzamos a ser novios y por los dos días siguientes, tuve una especie de calambre en la lengua que no me pemitía hablar correctamente. Imagínense la presión de tener un novio nuevo en noveno año del colegio y hablar como si tuvieran un retenedor entre los dientes y el cielo de la boca... y sentir que uno suena como una persona con necesidades urgentes de terapia de lenguage.
El cuento es que a los dos días de que mi novio me "declarara su amor", tuvimos una fiesta del colegio. Yo estaba más asustada aún, porque sabía que esa noche era la noche y que no me iba a poder esconder, como lo había tratado de hacer hasta ese momento en los recreos del colegio. Resulta que la noche antes de la fiesta, soñé que estaba en un bosque muy lindo... con un muchacho muy guapo, por el que me sentía muy atraída. Estando ahí en el medio del bosque, este "príncipe" se me acercó y me dio un beso muy lindo y tierno. A la mañana siguiente, desperté muy emocionada porque sentí que ya sabía lo que tenía que hacer, por lo que el beso ya no me asustaba. El problema de la lengua se me quitó también como por arte de magia. Y, bueno, esa noche fui a la fiesta, me encontré con mi novio y me dio un beso, que ahora que lo recuerdo, fue bastante inexperto también... pero el primero de muchos que he tenido desde ese momento... jejeje.
Esta historia se las cuento porque el hecho de que me esté acercando a la semana 50 de este blog, así como algunas otras cosas que han pasado en mi vida y de las que aún no estoy lista para hablar, han hecho que ese "calambre bucal/mandibular" regrese... luego de nada menos y nada más que 22 primaveras!!! No obstantem luego de haber estado muy tensa por esta serie de acontecimientos, hoy me levanté y ya podía hablar bien de nuevo! Ya puedo decir de nuevo "tres" y no "rrrrressss" como sonaba antes... jeje. En la primera historia que les conté -la de mi primer novio- yo sé que fue Dios quien me permitió vivir aquella experiencia inocente en un sueño... lo cual me brindó muchísimo valor y confinza. Ahora, 22 años después, ya soy una mujer adulta que sabe que puede aferrarse a Dios cuando siente temor... y que el temor está bien, en el tanto uno tenga la certeza de que al final Dios cubre todas nuestras necesidades y no nos deja nunca. Esto es la fe.
Ahora que puedo hablar bien y estoy más tranquila, es mucho más fácil contar esta historia. Pero me alegro que haya sido así, de manera que yo pueda transmitirles que es propio de todo ser humano sentirse impotente a veces... y sentir miedo y ansiedad. A veces es que nosotros mismos no podemos aceptar nuestra debilidades... pero me he dado cuenta que estos miedos... esta duda se esfuman con la oración. La oración es así de poderosa, porque logramos conectarnos con Dios.
He estado pensando mucho en qué quiero hacer para el cierre de este blog y creo que me gustaría organizar una misa y que mis seguidores y amigos/familiares cercanos me pudieran acompañar. Pero esta misa no va a ser en la semana 50, porque tengo 2 iglesias que debo reponer, dado que tuve que repetir iglesia en dos oportunidades por enfermedad o problemas de logística. Así que será después. Yo les avisaré por si tienen la oportunidad de acompañarme. Esta misa es, a su vez, de agradecimiento a ustedes también por todo el apoyo que he recibido semana tras semana, donde cada uno de ustedes, de forma desinteresada, han acompañado los pasos de esta Peregrina.